🌒 Octubre y sus fantasmas
Octubre siempre ha sido un mes de pérdidas y nostalgias.
Tal vez esta sensación viene desde aquel 17 de octubre, cuando a Katapú —mi primo hermano, niño de mi corazón— se fue a iluminar otros planos, porque en este su luz ya nos quedaba grande.
Tan conectados estábamos, que nació un día después que yo.
Este 31 de agosto él ya no pudo cumplir 44 años: siempre tendrá 29, la edad que tenía cuando le arrebataron la vida… y con ella, un pedazo de nuestra alma.
Desde entonces no hay cumpleaños en que no piense en él.
Su ausencia pesa.
A veces nostalgia.
A veces llanto.
A veces fe.
✨ Mi santo imposible
Desde que se fue, Katapú se volvió mi santo de devoción:
el que intercede por mí en asuntos imposibles.
Menos en el último.
Fui, en plena crisis, a llorarle y a pedirle —con todo el amor del mundo— un milagrito.
Seguro pensó: idioteces no concedo.
Él sabrá por qué.
Este año lo lloré más que nunca.
Mientras rezaba y lloraba frente al mar, festejando mi cumple, le exigí —encabronada— una señal de que me escuchaba, de que seguía a mi lado, de que no me dejaría nunca.
Silencio. (O eso creí).
Pensé, como consuelo, que ya estaba más allá, en el Plano Divino, donde mi mielda ya no podía tocarlo.
Me equivoqué.
⚡ La señal
Veníamos de regreso de la playa, a la altura de El Pinar de la Venta, cuando recibí la llamada de mi primo José: me avisaba del fallecimiento de la mamá de Mony, su esposa y una de mis mejores amigas.
“Te veo en la noche en El Recinto de la Paz”, me dijo.
El resto del camino lloré sin parar.
Creo que Christian me devolvió la señal que le pedí como un putazo en la cara.
Tal vez para que deje de chingar con estupideces. Jaja.
Así que, después de chillarle en la playa el día 30 —mi cumpleaños—, estuve el 31 de agosto en la misma capilla de velación donde lo despedimos hace quince años.
Justo en su cumpleaños.
¿Se puede más horror?
Lloré.
Por Mony,
por su mami,
por Katapú…
pero también por mí.
🌹 Entre el llanto y la risa
Los velorios siempre me han parecido horribles.
Pero dentro de ese desgarro, encuentro la unión, el amor, la lealtad, la compañía…
paz…
y, a veces, risas inoportunas pero sanadoras.
Como anoche.
🔥 El Macías y la tía Paty
Anoche fue el velorio de Macías, esposo de mi tía Paty (QEPD).
(Y al Macías, que Dios lo tenga a fuego lento).
Recordé con José aquel gesto suyo tan peculiar: cuando éramos niños —y no tanto— nos decía:
“Ven para darte tus cinco minutos.”
En su momento era incómodo, hostigoso incluso.
Había que escucharlo sentado en sus piernas, mientras lanzaba sus comentarios con su humor ácido.
José recordó entre risas que incluso ya casado, Macías le decía:
“Aunque estés casado, te voy a dar tus cinco minutos.”
Él conserva recuerdos gratos. Me alegra.
Yo, en cambio, estuve pensando en mi tía Paty.
Hermana de mi mamá.
Tan divertida, tan ocurrente.
Con una agilidad mental capaz de desarmar el humor ácido de Macías y devolvérselo al triple.
💔 Amor y devoción
Lo que más recuerdo de ella era la devoción que sentía por él: casi de locura.
A pesar del maltrato, el alcohol y las infidelidades —incontables—, ella seguía ahí.
Me partía el alma verla con lágrimas rodando una tras otra mientras cantaba canciones de rompe y rasga.
Y aun así, siempre estuvo para él.
Más allá del amor, le tenía devoción al santoviejorenovado, como lo llamaba en burla por pintarse el pelo negro azabache para cubrir las canas y seguir de padrotón.
Entre sus pleitos, llegó a decirle que cuando muriera dejaría una lista de personas non gratas, y que él encabezaría la lista de quienes no podrían entrar a su funeral.
Ella tenía ese don:
el humor como escudo, la risa como venganza.
Cuando mi tía murió, Macías andaba rondando afuera, borracho —como siempre—.
No recuerdo si se atrevió a entrar.
🕯️ Cuando los muertos vuelven
Anoche, en el velorio de Macías, mi mamá me dijo que le daba gusto que mi tía Paty ya no estuviera, porque perderlo otra vez sería un dolor que la habría matado.
Alguien comentó que en sus últimos días él ya no hablaba, dormía casi todo el tiempo, apenas comía.
Pero una noche miró hacia un rincón y dijo con voz clara:
—Paty, dame agua.
¿Qué sucederá en esos momentos?
Si eso fuera posible, estoy segura de que mi tía sí vendría por él, para llevárselo en brazos...
Como ya no tenía pata el pobre, no creo que pudiera caminar a su lado. Muahaha. Perrillo.
Pero qué puta suerte la suya: recibir todo el amor que mi tía tenía para dar. Ojalá le haya alcanzado para salvar su alma perdida. Descansa en paz, Macías.
🌗 La herencia del dolor
Volví a ver a mis primos, sus hijos.
Una familia curiosa, unida al final por la risa.
Reían con humor negro, arrancando carcajadas a los pocos que estábamos ahí.
Creo que también es una forma de resistir al dolor.
De no dejarse romper.
Debe ser insoportable perder a tus padres.
No quiero ni pensarlo.
✨ Antes de que nos olviden
Sí. Este año, octubre inició con pérdidas.
Y aquí me encuentro, mientras la nostalgia se mezcla con la risa, entendiendo que hay amores y dolores que no se van jamás.
Se quedan ahí, en el eco de lo vivido,
en la herida que canta,
en la llama que no se apaga.
La vida es tan corta...
Ojalá nos conceda un amor bonito, sereno.
De esos que acompañan sin destruir.
Que no mienten.
Que no hieren.
Que no juegan.
Que saben a hogar.
Que no huyen cerrando la puerta con nosotros dentro, incendiándolo todo) sino que, por el contrario,
se quedan, incluso cuando el fuego se apaga.
Un amor que se grabe con fuego en el alma, antes de que nos olviden.
Entre historias de familia, humor negro y lágrimas, intento reconciliarme con la vida, con el amor y con ese fuego interno que, contra todo pronóstico, aún no se apaga. Este octubre, que se lleva tantas cosas a cuestas, también me despedí de El Milagro: quien fue Mi Persona Favorita y, desde ahora, será Mi Extraño Favorito.