Dios míooooooooooooooooooooooooooooooo...
Qué pesadilla! Cosas que no deberían pasar.
Pero pasó, y sentí que me moría.
hUbiera preferido quedarme con el trago que pasé cuando lOlO me preguntó cómo me habían metido a mí la semilla para hacer bebés.
:'(
Pero ahí ando... y ahora se lo grafiqué en cuarta dimensión. Con mi novio, en la intimidad de mi cuarto sin chapa, acostumbrada a cerrarlo con un aventón (se queda atorada la puerta). Pensando a lOlO dormido en el cuarto de mi hermana en casa vacía.
Tatán.
Se abre la puerta de un aventón y lOlO con cara de ¿qué está pasando aquí?
:'(
:'(
Madremíaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
En un fallidísimo intento de pararme acabé en el suelo con un sonoro aplauso de mi enorme trasero desnudo en el suelo (ahora hasta risa me da) y como resultado, ridiculizando aún más la situación.
:'(
:'(
:'(
Por si fuera poco, ya parada, queriendo ponerme los zapatos... me pegué en la pata de mi cómoda, levantándome la uña del dedo sangrante entonces. Sentí humedad, pero no dolor.
Me alisé el vestido que no me había quitado y me salí con lOlO del cuarto.
Vámonos, le dije...
Me dijo muy dócil: sí, vamos. (Y luego de unos pasos:) ¿A dónde?
Jajajajajajaja
Y entonces, me di cuenta del dedo sangrante.
A buscar un curita, mira lo que me hice.
Desquiciadamente sacamos entre los dos todas las pastillas, jarabes, gasas alcoholes y demás menjurjes de curación de una enorme caja que guarda mi madre.
Y entonces me di cuenta.
No sólo es pasar por la vergüenza, también es enfirarte en 2 segundos (cosa difícil).
No había curitas.
Me dijo lOlO: pues ponte un chorro de alcohol y ya te curas.
Me reí. ¿Quieres que me desmaye? y le conté la historia del abuelo de una amiga. Que era un viejito macho mexicano que se enterró un clavo en el pie y no quería atención médica. Entonces, se agarró una botella de thinner y se puso un chorro en el hoyo, que para curarse como los hombres. Cayó de un desmayo fulminante. ¿No que muy macho?
Y reímos y relajamos la tensión.
Ya aburrido, me dice... bueno, voy a jugar.
Y se fue.
Volví a mi habitación donde mi novio estaba vestido y más pálido que un fantasma en medio de la noche.
Nos quedamos en silencio, viendo en la tele una inocente película infantil.
Ya para entonces más fríos que un pingüino en el polo.
Pasado el calor de la pasión, lo que siguió.
Sudor frío.
Y dolor.
De traseros aplaudidos.
Y de dedos sangrantes.
:'(
:'(
:'(
:'(
:'(
De esas historias que no sé si son para reír o llorar.
Qué pesadilla! Cosas que no deberían pasar.
Pero pasó, y sentí que me moría.
hUbiera preferido quedarme con el trago que pasé cuando lOlO me preguntó cómo me habían metido a mí la semilla para hacer bebés.
:'(
Pero ahí ando... y ahora se lo grafiqué en cuarta dimensión. Con mi novio, en la intimidad de mi cuarto sin chapa, acostumbrada a cerrarlo con un aventón (se queda atorada la puerta). Pensando a lOlO dormido en el cuarto de mi hermana en casa vacía.
Tatán.
Se abre la puerta de un aventón y lOlO con cara de ¿qué está pasando aquí?
:'(
:'(
Madremíaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
En un fallidísimo intento de pararme acabé en el suelo con un sonoro aplauso de mi enorme trasero desnudo en el suelo (ahora hasta risa me da) y como resultado, ridiculizando aún más la situación.
:'(
:'(
:'(
Por si fuera poco, ya parada, queriendo ponerme los zapatos... me pegué en la pata de mi cómoda, levantándome la uña del dedo sangrante entonces. Sentí humedad, pero no dolor.
Me alisé el vestido que no me había quitado y me salí con lOlO del cuarto.
Vámonos, le dije...
Me dijo muy dócil: sí, vamos. (Y luego de unos pasos:) ¿A dónde?
Jajajajajajaja
Y entonces, me di cuenta del dedo sangrante.
A buscar un curita, mira lo que me hice.
Desquiciadamente sacamos entre los dos todas las pastillas, jarabes, gasas alcoholes y demás menjurjes de curación de una enorme caja que guarda mi madre.
Y entonces me di cuenta.
No sólo es pasar por la vergüenza, también es enfirarte en 2 segundos (cosa difícil).
No había curitas.
Me dijo lOlO: pues ponte un chorro de alcohol y ya te curas.
Me reí. ¿Quieres que me desmaye? y le conté la historia del abuelo de una amiga. Que era un viejito macho mexicano que se enterró un clavo en el pie y no quería atención médica. Entonces, se agarró una botella de thinner y se puso un chorro en el hoyo, que para curarse como los hombres. Cayó de un desmayo fulminante. ¿No que muy macho?
Y reímos y relajamos la tensión.
Ya aburrido, me dice... bueno, voy a jugar.
Y se fue.
Volví a mi habitación donde mi novio estaba vestido y más pálido que un fantasma en medio de la noche.
Nos quedamos en silencio, viendo en la tele una inocente película infantil.
Ya para entonces más fríos que un pingüino en el polo.
Pasado el calor de la pasión, lo que siguió.
Sudor frío.
Y dolor.
De traseros aplaudidos.
Y de dedos sangrantes.
:'(
:'(
:'(
:'(
:'(
De esas historias que no sé si son para reír o llorar.