Devorando páginas, liberando fantasmas

  • 5/02/2013 12:11:00 a. m.
  • By Wen Rizo ❤️
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Estoy leyendo. Leyendo como loca: tres mil páginas en dos días. La segunda vuelta me tiene atrapada, descubriendo detalles que antes pasé por alto, forzando los ojos y el cerebro hasta el límite. Tres mil hojas acumuladas y ya siento los pasos de la migraña en la azotea de mi cabezota. Hoy toca parar.

El libro es un churrazo de estilo rebuscado —un Crepúsculo retorcido—, con referencias culturales que a veces suenan forzadas. Pero en su contradicción, hay escenas que me construyen... y, ja, hasta me instruye.

Mi novio, testigo de este éxtasis lector, se llevó a Lolo para regalarme horas de libertad. Y lo amé por eso.

Cada página desentierra historias que quiero contar (aunque no cabrían en una sola). Hoy, una mención a Sarah McLachlan me golpeó con un recuerdo de terror... y también de lo liberada que ahora me siento de esa historia.

Hubo un tiempo en que una canción suya —ya olvidé el título— fue mi refugio. Luego, mi novio la adoptó. Hasta que un 14 de febrero (uno de los tantos que odié), mientras me dejaba por otra, supe que ella le regaló el DVD de ese mismo concierto. La canción murió para mí ese día. La odié. La asocié al dolor, al DVD escondido en la sombra de mis cajones. 

Años después, durante una limpieza, el disco resurgió. 
—¿Éste no es mío?— preguntó él.
— No. No es tuyo— respondí, con el veneno del pasado nublándome. 

Creo que se quedó confundido y no dijo nada. Entonces, me liberé: lo tiré a la basura.
Hoy, entre líneas, descubro que ya no duele. Ni siquiera recuerdo el título... pero quizá hasta podría escucharla de nuevo.

La misma canción, sin embargo, guarda un gran recuerdo agradable y pícaro:
Una habitación de hotel, hablando toda la noche con Pepe. Otra historia.

Hora de apagar esta cabezota que punza.
:)

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