Arregla tu pito

 La vida es muy curiosa. A veces parece un caos, aunque en realidad es que las cosas van tomando su cauce. 

Voy a empezar por mí: "Arregla tu desmadre", leí el título de un libro de autoayuda que claramente no he leído; pero que me hizo mucho sentido.

Mi dinámica de vida está cambiando. Estoy volviendo a mí. A veces siento que estoy soltando un poquito a mi hermana, el hilo rojo de mi vida; pero supongo que entiende que estoy sanando. Y también la estoy dejando descansar... todavía no llego al cuento de Ángeles Mastretta que queire que lea, pero ya contaré más adelante esa historia.

Con volver a mí, quiero decir que no la estoy viendo ni estoy hablando con ella. Ni con nadie. Sólo estoy pensando en mí, en lo que quiero, en lo que siento y en lo que quiero dejar de sentir (o no). Y la verdad, es que me queda poco tiempo para cualquier otra cosa. Me inscribí a nadar 6 días a la semana, sigo patinando en cuanto puedo (si es que no tomo siestas para subsistir), estoy leyendo antes de dormir, el trabajo me mantiene muuuuuy entretenida. Sigo teniendo cara de zombie. Estoy cansada, pero con la mente en relativa calma. Pero sí, con el alma dolida aún. Ordené mis zapatos. Y pronto cambiaré el closet de temporada (más trabajo para seguir pensando profundamente). En resumidas cuentas, estoy bien la mayor parte del tiempo. Cruzando el infierno. Es mi ambiente. Así que sigo avanzando.

No sé cómo llamar ahora al ente con quien compartí casi la mitad de mi vida. Pero me sorprende su nivel. Lo encontré estancado en el mismo sitio. No sé si no ha dimensionado las cosas, si piensa que juego o que como antes, estaré disponible para él. 

Lo vi. Sentí una inmensa pena, una que raya en la lástima. No quisiera que la pase mal. Quiero que le vaya bien y que encuentre una a su medida. Que sea feliz. Yo, al verlo, encontré certezas: no es mi lugar. 

Por principio de cuentas, me dijo con dulzura: ¿cuánto has bajado de peso? Ya hasta las patas se te ven flacas. Qué bueno que te dediques a hacer ejercicio en lugar de perder el tiempo pintándote las canas. Ya hasta tienes patas de gallo, a ver, achica la mirada. Se burló.

Yo, callé. Supongo que no tiene espejo.

Me dijo que espera que pueda perdonarlo y volver. Siente que aquí no pasó nada. Me asusta que no note la magnitud de las cosas. 

Me dijo, hay que tomar terapia de pareja para arreglar la situación, por el bien de Gael. Y me salió del alma: arregla tu pito. Jaja. Quise decirle, arregla tus putos traumas que te hacen ahogarte en alcohol y andar de pitoloco. No por mí, ni por Gael. Por él. Ha de ser horrible estar tan vacío. Ya lo entenderá. Dios lo bendiga.

Mientras, yo vivo mi duelo. No el que tiene que ver con ese ente, creo que ése hace tiempo lo superé; diría que hace muchos años. Sino en el que me hundí solita. 

En estos días pensé basta ya. ¿Cuántos años tengo: 12? Me la he pasado en llanto, en negación, en hartación y en arrastración. 

Llanto:

Hasta eso, he sido funcional. Generalmente lloro de ida o venida del trabajo. 1 horita por vuelta para hacer el ridículo en el tráfico. A veces sin un pensamiento específico de fondo, simplemente por lo que no fue. 

Me sentí burlada. Se lo dije claramente: yo no juego, estoy en la cima del tobogán, si me suelto, te voy a querer toda mi vida. Por favor, no juegues conmigo. Y ¿qué hizo? Jugó. 

Me sentí estúpida. ¿Cómo pude ilusionarme? ¿Cómo pude depender de sus palabras cariñosas? ¿De sus canciones? ¿Por qué? Siento pena por mí, qué horrible estar tan necesitada de cariño. Sé que palabras bonitas las puede decir cualquiera. 

En el hartazgo que tengo a mi hermana, es porque cuando hablo con ella es sólo para llorar y decirle cuánto extraño. Dice que la tengo harta de las historias de mi amigo, que estoy como la del cuento que sólo habla de una historia hasta que un día, se cura y deja de hablar. Madres, bonita curación y bonito destino.

De arrastrada. Ya no me acuerdo cuánto hace que desapareció, porque fue antes de que yo me diera cuenta. Más bien, me daba cuenta y él decía que no. Responde cuando le escribo, pero me queda una sensación dolorosa, cualquiera que sea el tema. Es amable, pero no dispuesto. Y duele ser tan arrastrada. He pensado muchas veces en bloquearlo, en eliminarlo; pero pienso que sólo me daría un ataque de ansiedad. Todavía no estoy lista. 

Le pregunté por qué dejó de quererme. Y me sorprendo. Dice cosas coherentes y reales. Sólo que no entiendo en qué momento dejé de ser una "mujer admirable" por no querer verlo mientras tuviera un vínculo con el ente, para convertirme en alguien que lo rechazaba. No lo rechazaba. Yo me hacía la vida con él. Sólo quería algo limpio y también ponerme buenota para que se le cayera la baba por mí. Para merecerlo, creo. Me parecía un alma tan bonita. Un sueño.

Ahora me doy cuenta de que no lo conozco. No sé quién es. Y de un desconocido no puedo estar enamorada. Y vuelvo a sentir pena por mí, qué horrible estar tan necesitada de cariño.

En algún punto de la negación y la locura pensé que tenía que convencerlo de que de verdad lo quería. Pero para qué. La forma en que desapareció, las cosas que le confié, lo que di. Porque le di todo lo que podía, en mi forma de decirle cuánto lo quería.

Para empezar, el tiempo que no tenía... pasando horas en la calle o en el trabajo para poder hablar con él. Pienso, me expuse por alguien que no me valoró. Busqué como loca al precio que fuera las plantas que él quería desde el momento en que las mencionó para poder tener una sorpresa por su cumple. Hice que mi hermana moviera cielo y tierra para conseguir boletos para el sinfónico quién sabe de qué de Star Wars. Finalmente me dejó plantada y quedé como payasa con los boletos que yo ya había comprado para ir al evento con él (y que dijo que sí), y con los que consiguió mi hermana para que él la pasara bien, aunque no fuera conmigo. Y lo más extremo, no sé cuánto bajé de peso para estar según yo más o menos aceptable para verlo. Otra vez vuelvo a sentir pena por mi necesidad de cariño. 

Y todavía me dice "no estoy para rogar". Dios mío. Yo no sé en qué mundo vivo y con quién trato. ¿Eso quiero para mi vida? No acabo de salir de relacionarme con un narcisista y vuelvo a querer aferrarme a otro. Ya me lo dijo él mismo: parte del amor propio que uno debe tener. Y que, claramente, a mí me hace falta. Qué horror. Dios lo bendiga a él y a sus patines.

En una de las chilladas de trayecto, me acordé cuando dulcemente me dieron la noticia de Juan Mora. De lo que sentí y de cómo iba llorando y gritando cuando manejaba por la carretera, hasta que pude parar para temblar, para golpear el volante y para seguir berreando. Y entonces pensé, cuánta falta me haces Juan, sólo para decirme que ahí voy de pendeja. Y sí. Ojalá estuviera aquí... ya de paso para reclamarle las cosas que no le dije, para tener con quién pelear... pero también para que iluminara mi vida. 

En fin. 

Uno que arregle su pito, el otro que patine hasta donde le alcance y yo... yo me pongo a arreglar mi desmadre, que mucho tengo con eso.

Hasta aquí mi reporte, Joaquín.

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